jueves, mayo 31, 2007

La Carta - Parte IV

II


Después de leer esto, unas nuevas lágrimas nublaron mi vista. ¿Qué tipo de persona era capaz de escribir algo así?, ¿Qué significaba todo esto?. No era fácil tomar una decisión en el estado en el que me encontraba pero tampoco creía que lo correcto fuera olvidarse de la carta y no pensar mas en ella, aunque he de admitir que me sentí tentado a hacerlo. Así que decidí tomar una decisión rápida, de lo contrario me lo pensaría demasiado y acabaría por no hacer nada…. Era mucho lo que habia sufrido y hacia ya tiempo que habia llegado al limite…

Pero decidí ir a ese lugar al que yo sabia que se refería en la carta para intentar buscar alguna respuesta que al menos me dejara vivir tranquilo por un tiempo. Quedaba a media hora de camino en coche. Así que me guardé la carta en el bolsillo derecho de la chaqueta y salí a la calle. Arranqué y aceleré camino a la autovia.
El trayecto en el coche se me hizo eterno, mi mente no dejaba de tramar ideas de la posible autoría de la carta, aunque sin saber por qué, una parte de mi pensamiento estaba seguro que quería hacer lo que en ese momento estaba haciendo, ir a donde carta decía.
La monotonía del paisaje se hacia pesada, solo faltaban cinco minutos para llegar. Cinco agonizantes minutos que me mostrarían la verdad sobre este asunto. Si al llegar allí no había nadie, al menos sabría que era una broma y me volvería a casa a tratar de olvidar todo lo acontecido, de lo contrario... prefería no pensar lo que podía pasar, pues la supuesta muerte de mi mujer nunca fue aclarada, y por mi parte ya habia pensado tantas cosas que me costaba creer cualquier cosa.

- Ángela ¿estarás viva? ¿es posible que seas tu? – dije para mi -.

Y en ese momento una voz, como un susurro, se escucho en el asiento trasero del coche. Era una voz de mujer, melancólica como la de un preso que ve la luz en una celda de castigo. Rebosaba compasión y rencor a la vez, pero ante todo tenia un profundo sentimiento de descanso.

- Si supieras cuanto tiempo te he esperado... – se oyó.

Yo aterrorizado volví la cabeza hacia atrás y logré ver por un momento una sombra muy tenue que yacía quieta y amenazante en el asiento trasero del coche. Ahogué un amargo grito y en los segundos siguientes solo recuerdo un gran estruendo. Mi cabeza chocaba contra el interior del coche, y aquella lavadora gigante no paraba de dar vueltas y mas vueltas... No recuerdo cuando paró, solo que cuando desperté estaba bocabajo y una nube de sangre me tapaba la visión. El coche estaba volcado sobre su parte superior y la mitad de mi cuerpo asomaba por la ventanilla, cuando de pronto me vino a la cabeza aquella extraña figura que me había hablado momentos antes. Así que, sin pensar en el accidente salí del coche aun asustado, para alejarme de él y ponerme a salvo de esa cosa fuera lo que fuera.
Al levantarme y salir de aquel amasijo de hierros me di cuenta de mi estado. Sangraba mucho por todo el cuerpo. Veia tanta sangre que no llegaba a ver por donde salía. La boca la tenia pastosa y también ensangrentada, puede que uno de los brazos lo tuviera partido, y un punzante dolor en el pecho apenas me permitía respirar. Mientras, con la manga de la chaqueta me limpiaba los ojos y fue entonces cuando vi, que el sitio a donde tenia que llegar estaba solo a unos pasos.

-Si he llegado hasta aquí, debo seguir. – pensé -.

Proseguí mi camino hacia aquel lugar. Miles de alfileres se clavaban en mi cabeza. No llegué a lamentar mi mala suerte, pues desde el momento en el que salí de mi casa, supe que algo malo pasaría.

2 comentarios:

Vero dijo...

O_O


esperando con impaciencia la siguiente parte!!

La mirada del mono dorado dijo...

yo tambien se que algo malo va a pasar...fff

estoy con vero.