La carta - Parte 1
Aquí os dejo una de las obras con las que gané el segundo premio en un certamen literario a nivel de institutos en Málaga, retomando así el verdadero motivo por el cual un dia decidi abrir este blog. Hoy os pondré la primera parte, ya que a pesar de ser un relato corto, os puede resultar un poco pesado leerlo del tirón. Ademas, así quizá se haga un poco mas interesante :). Espero que os guste.
La Carta (1ª parte)
Los pasos resonaban en mis oídos con un ¡toc! ¡toc! de tambor. Era domingo, la mañana se presentaba lluviosa y triste. Unas solitarias y frías gotas empezaban a caer sobre mi rostro, soñoliento y deteriorado por la pesadez de tantas noches en vela. Las casas, grises ahora, me protegían un poco del intenso frío invernal que por las mañanas solía vestir de melancolía la ciudad. Así que agarré fuertemente la bolsa del pan que acababa de comprar, caliente y tierno, y me dispuse a llegar a casa lo antes posible. Mientras, las hojas secas de los árboles formaban remolinos y viejas piruetas a mi paso. Torcí la esquina a grandes zancadas. Tan grandes como mis pocos bien conservados 32 años me lo permitían. Y logré ver como tras un cristal, mi casa a unos pocos metros de distancia.
- Hola Toni – escuché – Buenos días.
- ¡Ah!..., hola, buenos días vecino. Perdone, pero con la prisa no le vi. ¿Muy temprano y muy mala mañana para sacar al perro no? –sonreí-. No son ni las nueve.
- Ya sabe como son estos animales... ¿Y usted a donde va a estas horas?.
- A casa corriendo que estoy helado –dije echando a andar de nuevo, intentando huir de la obligación de mantener una conversación de besugos a estas horas de la mañana-. Adiós.
Corrí los últimos metros hasta llegar a mi casa; la de la bombilla verde, y el viejo felpudo que te regalan los amigos cuando no saben que regalarte… Saqué las llaves del abrigo, abrí la puerta y entré a al recibidor medio resoplando de frío y limpiándome las botas de agua y barro para no ponerlo todo perdido. Cuando uno vive solo procura manchar solo lo justo…
El fuego que había dejado antes de irme endulzaba la casa con un calor tímido pero rebosante de vida, como una mariposa naciendo a la luz del día. Y un suave olor a café inundaba el aire tiernamente. Solté el pan en la mesa y me quité el abrigo para dejarlo en el perchero. Cuando me disponía a ir a por una taza de café algo me llamó la atención. Una carta entraba lentamente por la rendija de la puerta. Se deslizó por el lugar donde el cartero suele echar las cartas y cayó al suelo.
- ¿Correo un domingo? – me dije a mi mismo extrañado.
Apagué la cafetera, me acerqué a la puerta y era exactamente lo que pensaba, una carta, que a simple vista no parecía contener dirección alguna. La miré extrañado y la dejé donde estaba – después la leeré – me dije. Ya que pensaba que era algún tipo de publicidad, de esas que te llena el buzón día si y día también… “Al menos han sido discretos” –pensé-. No es que yo estuviera en contra de la publicidad, pero cuando al día te atacan con cientos de anuncios publicitarios y tienes un café y fuego en la chimenea, además de la posibilidad de poder elegir..., sinceramente me quedaba con el café.
Fui al salón con la taza humeante en una mano y “El proceso” de F. Kafka en la otra y me senté en el sillón. Una intensa luz roja e incandescente iluminaba la habitación, cuando encendí la luz de la lámpara que tenia justo al lado y en ese momento algo me corto la respiración un instante. En la mesa que contenía la lámpara estaba la carta que momentos antes habían echado por la rendija del correo.
4 comentarios:
muy bueno... la carta con patas, vaya vaya...
Pon la otra parte pronto, que me ha entrado curiosidad :p
mmm...carta misteriosa, Kafka, un día lluvioso...a ver a ver...
así que va de intriga eh?? ¿y cómo continúa? que a mí estas cosas de "suspense" me chiflan....
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